El Blog de Rubén Martínez Alpañez

domingo, 20 de julio de 2014

DE LA MENTE SUBCONSCIENTE Y LA DISCIPLINA POLÍTICA (I)

DE LA MENTE SUBCONSCIENTE Y LA DISCIPLINA POLÍTICA (I) 

Nicolás Maquiavelo, referente de aquellos a los que les gusta la política, independientemente de la capacidad intelectual que guste consumir, afirmaba: “Donde hay buena disciplina, hay orden y rara vez falta la buena fortuna”. Y en esta, como en otras tantas cosas, ha sido incalculable el daño causado por la mala interpretación de los escritos del escritor florentino.
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Y es que la disciplina debe valorarse, tratarse y enfocarse desde una perspectiva personalísima, desde uno mismo, desde el interior, como autoexigencia y con plena convicción, la disciplina como autoguía. Por eso Maquiavelo la llama “buena disciplina”. Y si puede definirse una buena disciplina será porque existe también la posibilidad de definir “mala disciplina” y esta no debe ser otra que aquella que se enfoca desde la óptica de la fuerza, es decir, desde la perspectiva del obligado cumplimiento ante el riesgo de ser sancionado o apartado del grupo.

Al hilo del proceso acaecido en días pasados, a través del cual los militantes socialistas han podido elegir directamente al que va a ser su secretario general en adelante, proceso al que algunos como González Tovar califican de “hito histórico”, ha resultado increíblemente significativo el resultado de una encuesta previa realizada por un conocido medio de comunicación, entre diputados y cargos públicos varios, de todos los partidos políticos, acerca de su preferencia personal (y anónima) para liderar el supuesto nuevo proyecto del único grupo de izquierdas con vocación de gobierno.

Y ha resultado significativo porque ha puesto de manifiesto, al menos dos cuestiones, que deben ser meditadas. La primera de ellas, gira en torno a la capacidad disciplinar de los políticos, en sentido de obligatoriedad ante riesgo de castigo, de todos y cada uno de los encuestados. La segunda de las cuestiones a reflexionar es sobre la verdadera preferencia subconsciente de cada encuestado, desde su más profundo, arraigado y podemos decir, verdadero, sentimiento, a la vista del resultado de la encuesta.

Ganar, ganó, el caracterizado por Esperanza Aguirre y por la prensa en general, como “El guapo”. Pero en la encuesta previa realizada, resultó que, dependiendo de a que partido pertenecía el encuestado, sus preferencias se repartían entre El Guapo y El Vasco principalmente. Los de derechas preferían al guapo y los de izquierdas al vasco.

Comencemos la reflexión valorando por qué cuando el encuestado era del PP elegía al guapo. De entre las distintas posibles motivaciones que llevaron a los de derechas a mostrar preferencia por Pedro Sánchez podrían encontrarse, al menos, las siguientes: pudiera ser, que tuvieran información privilegiada acerca procedimiento realizado y supieran de antemano quien iba a salir elegido. Y también puede ser que les traicionara doblemente el subconsciente: bien por seguir la preferencia de la lideresa madrileña (más disciplina para enriquecer el currículos políticos) con la salvedad de que tal disciplina debe ser tratada con cautela dado que la presidenta de los populares madrileños se ha mostrado públicamente contraria a las decisiones y estrategias seguidas por su partido. Bien pudiera ser que les traicionara el subconsciente, en el sentido de que, desde su más íntimo sentir, consideran necesarios para su misma organización, es decir, el PP, colocar en la cabeza del partido a alguien como Pedro Sánchez, es decir, alguien que enganche con la ciudadanía, que aparente carisma y, como no, “talante”, que muestre aires de renovación (con mostrar aires es suficiente vaya a ser que renueve de verdad y remueva de sus puestos a algunos), alguien que les aleje de su actual situación de desafección ciudadana, causada por estar obligados a ser disciplinados hasta el punto de tener que defender la apertura de un aeropuerto sin necesidad de aviones, manifestada públicamente por quien sin ser monaguillo ha llegado a fraile, sin ni siquiera pasar previamente por el juramento de votos (aún recuerdo que en la lista ponía independiente) que, apoyado en un conocimiento de la norma superior a la media, otorga altas cotas de probabilidad a la tesis de F.A. Hayek, sobre las posibles causas de nuestras crisis, a saber y en términos resumidos: pensar que una persona (o grupo reducido de personas) lo puede llegar a saber todo de todo mientras que ese todo se reduce al cumplimiento de la norma como único referente de justicia, sin atender, por ejemplo, a criterios de eficiencia ni social ni económica, ni a las motivaciones primarias que justificaron la norma.

Y entre tanto y por disciplina, todos callados, o inconscientemente callados en lo referente a lo que es y a lo que debería ser la propia organización popular por cuanto al futuro inmediato se refiere.  No es lo mismo ver la paja en el ojo ajeno que la colaña en el propio, por eso, como no se juegan el puesto y hablando de comicios, eligen los dirigentes populares al guapo del PSOE, mientras permanecen enrocados, agazapados, ante los inciertos futuros acontecimientos y malgastan su tiempo en la búsqueda de la bola de cristal que les permita decantarse por el caballo ganador en la carrera por alzarse con el liderazgo del partido popular murciano o, cuanto menos, próximo candidato a presidir la Región. Entre tanto ni unos ni otros advierten que en política, ser guapo, no es lo mismo que serlo en la pasarela o en la discoteca.

Y dando por finalizado el primero de una trilogía de artículos y antes de anunciarles que en la segunda parte trataremos las disciplinas y preferencias subconscientes de los políticos de la izquierda, no quiero dejar pasar la ocasión para recordar que en política ser guapo significa, en primer lugar, Probidad para no meter la mano, en segundo lugar vocación de servicio o lo que otros gustan definir como “hombre de Estado” para dirigir y gobernar por y para los ciudadanos  por encima del interés personal y por último y no por ello menos importante sino todo lo contrario, Libertad para no necesitar la política para vivir.



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