El Blog de Rubén Martínez Alpañez

sábado, 28 de septiembre de 2013

DE LOS ERRORES DE LOS GOBIERNOS CON LA BANCA

LOS ERRORES DE LOS GOBIERNOS CON LA BANCA 
(La Opinión de Murcia, jueves 26 septiembre 2013)
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Keynes fue uno de los más grandes economistas del siglo XX. Además, tenía una magia personal innata que le permitía hipnotizar a todo aquel que tuvo la oportunidad de coincidir con él, independientemente de su clase, raza o religión. De ahí que, nuestros profesores universitarios, políticos y ´líderes´ de opinión hayan extraído de sus discursos determinadas frases de gran impacto pero, se suele apostillar, con dudoso trasfondo.
Insisten sus seguidores e incluso los que se manifiestan en contra de sus teorías, en que el papel del Gobierno ha de ser el de actuar de manera contracíclica, es decir, gastar menos cuando todo va bien y gastar más cuando los mercados se resienten por crisis económicas.
Cuando realizamos teorizaciones matemático-económicas, con las conclusiones preestablecidas, cierto es que, a buen seguro, encontraremos ´recursos ilimitados´ para demostrar dichas teorías. Suponen algunos, siguiendo esta práctica, que los Gobiernos disponen de recursos ilimitados para gastar. Y eso no funciona así.
El crédito no fluye, eso está claro y nadie lo pone en duda. Desde la actual configuración otorgada a nuestros Estados, y bajo el paradigma cuasi-liberal acomplejado que acompaña a las políticas de muchos Gobiernos, no se está acometiendo adecuadamente la resolución a la problemática de restricción crediticia al sector privado. No existe una relación lineal entre el dinero que el Estado inyecta a la banca y el que ésta pone a disposición de empresas y particulares, por lo tanto, no se debe actuar como si esa premisa fuera cierta.
Está demostrado por un lado que aquello que dijo Keynes no era así, y que en el largo plazo se traduce en ruina. También está demostrado que la banca actúa de forma más que cíclica, acrecentando los efectos de la coyuntura económica. Cuando todo va bien, la banca tira el dinero, acometiendo imprudentes inversiones, especulativas muchas de ellas, bien directa bien indirectamente, para ganar la batalla de la cuenta de resultados en junta de accionistas, en relación con sus competidores. Por el contrario, cuando pintan calvas, la banca es la primera que corta el grifo y solo presta o a los que no lo necesitan o a los que ya les concedieron un crédito mal concedido para refinanciarles, incrementarles el tipo de interés y alargar su agonía. Esto no es nuevo, pasa ahora y ha pasado en otras crisis.
Lo que no debe hacer el Gobierno ahora, que estamos como estamos, es incrementar las exigencias de capital a la banca, porque eso favorece exponencialmente la tendencia a no prestar a empresas ni particulares. Y si, además, tenemos en cuenta que los recursos permanentes a los que hacemos referencia vienen de lo prestado por todos y cada uno de los españoles, y pendiente de devolver, pues más razón para reconsiderar las propuestas.
Estando totalmente en contra de la existencia de una banca pública que absorba todas las ineficiencias que el mercado genera por prácticas individuales erróneas, sí es cierto que parte de razón podía tener Keynes cuando solicitaba que los Gobiernos actuaran en momentos de crisis.
Desde una perspectiva largoplacista, y con el ánimo de anticipar lo máximo posible la salida de la crisis, dos son las medidas que no está desarrollando ni este ni el anterior Gobierno y que deberían ponerse en marcha hoy mejor que mañana.
La primera de ellas, flexibilizar el mercado financiero. Apuntarse al carro, pese a lo oportunista de la medida, de las ineficiencias que genera la existencia de un Banco Central Europeo como el que tenemos, y darle manga ancha a los bancos para que otorguen crédito, reduciendo sus requisitos de capital, e incluso primando a aquellas entidades bancarias que más crédito otorguen. Cuando las cosas mejoren, tendrán que aprovechar para incrementar y establecer, de una vez por todas, un ambicioso plan que restrinja la manga ancha que a buen seguro empezarán a tener los bancos. Ese será el momento de endurecer las condiciones a los bancos, pero no ahora.
Por otro lado, lo que debe hacer el Gobierno es utilizar los organismos autónomos que creó para incentivar la actividad empresarial, para que el dinero llegue a empresas y particulares. Desde el Gobierno se está apostando, y me parece acertado, por el emprendedurismo como salida de la crisis: «Si no te dan trabajo, créalo tú mismo». Este plan, que tiene más bondades que defectos, adolece de un requisito indispensable, y parte de que todo el que empieza un negocio o decide ampliar el que tiene, necesita un capital (dinero) del que no suele disponer. Ahí debe actuar el Gobierno, prestando directamente (insisto, esto no es banca pública sino un mero mecanismo corrector) a aquellos que, o bien van a iniciar una actividad empresarial por cuenta propia, o bien a aquellos que, con la actividad empresarial en funcionamiento, generan empleo incrementando su capacidad productiva.
Si el Gobierno (el que sea, el de España, el de Murcia o el de cualquier Ayuntamiento, aunque con estos últimos tengo fundadas reservas) dedicara el 2% de su presupuesto a conceder préstamos a empresas, paliaríamos la problemática de restricción de crédito al sector privado.
Préstamos directamente desde la Administración pública a interés cero a aquellos que inicien un negocio o a empresarios que contraten a desempleados jóvenes, mujeres o parados de larga duración. Esta posibilidad se le daría al empresario para que sufragara inversiones, gastos de empleabilidad, etc. por el mero hecho de contratar, valorando sólamente que genere empleo, sin entrar en otras cosas. Préstamos a interés cero, que el empresario podrá o no formalizar, a su gusto. Préstamos y no subvenciones, que los préstamos se devuelven y las subvenciones se conceden con dinero de ese ´que no es de nadie´, ya que, como bien dijo Keynes, «a largo plazo, todos muertos».

martes, 24 de septiembre de 2013

DE PENALTI



DE PENALTI
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Para empezar bien un artículo de opinión, la gente inteligente suele citar alguna frase de una gran personalidad. Yo prefiero ofrecerles una que escuché a la salida de una entrevista que mantuve hace unos días con una personalidad política de la Región de Murcia. La chica dijo: “si dice que no es el padre, que se haga la prueba de paternidad”.
Iba caminando justo delante de mí, hablando por teléfono cuando espetó semejante frase. Tras unos segundos de espera, en los que previsiblemente tendría la palabra la que estaba al otro lado del teléfono, exclamó: “Ah vale”. ¿Qué significado tendrá ese, “ah vale”? ¿Acaso la otra chica, digo chica porque no tenía más de 22 años, ya le habría planteado la prueba al potencial papa? O, lo que es peor, ¿Tal vez no sabría la embarazada quien era el verdadero padre? Créanme que por difícil que parezca la realidad siempre supera la ficción.
El tratamiento que hoy en día hemos conformado entre todos en relación al sexo, buena culpa tiene de que, por motivos que nada tienen que ver con la emancipación de la mujer, con la igualdad de género o con la consolidación de derechos de tercera generación, acometamos practicas conducentes a “verticalizar el horizonte” y a llevar a la categoría de ordinario algo que no debe considerarse como tal.
Algo parecido a lo que ocurre con el sexo puede observarse en relación al debate generado en torno a la democracia participativa y todas las pseudo-iniciativas y reclamos, que se están gestando alrededor de esta. La democracia participativa está directamente relacionada con la democracia representativa (que es la tenemos en este país y en otros en los que nos fijamos), hasta el punto de que hoy por hoy no se puede hablar de una sin la otra. Podemos debatir acerca de los distintos mecanismos existentes para maximizar la utilidad de las herramientas de control de la ciudadanía sobre el Estado, hasta incluso podemos hablar de eliminar el Estado, que tampoco es descabellado visto lo visto y teniendo en cuenta que el papel lo aguanta todo.
No podemos aprovechar el debate en boga, sobre democracia participativa para intentar, por ejemplo, derrocar al gobierno del poder así porque sí, entre otras cosas, porque ha sido legítimamente elegido. Ni tampoco podemos cambiar un sistema de convivencia dado por todos, entre todos, por el simple hecho de que el código penal no cubra adecuadamente determinadas casuísticas delictivas que, desgraciadamente, son protagonistas hoy por hoy pese a la que tenemos encima.
En este país querido que tenemos, existen grupos de personas que, como ha pasado con el sexo, pretenden redefinir la historia, redescubrir América y reelaborar el diccionario, desde los independentistas catalanes, hasta los rojos indignados (estos últimos son estrellas en este arte de redefinir historias) son claros ejemplos de ello.
Resulta que, ya los griegos hablaban de democracia, y al final ellos, a lo mejor porque no tenían internet, concluyeron que el gobierno ha de estar en manos de los mejor preparados. ¡Ilusos!
Si para algo ha de existir un gobierno, es para paliar aquellos fallos que el mercado que, o bien genera el propio mercado o bien no puede llegar a resolver por sí mismo. Pero no toda la responsabilidad está en el gobierno. La responsabilidad es de todos y cada uno: de los que votamos, de los que trabajamos, de los que ya no lo hacemos, de los que opinamos y de los que tratamos de liderar la opinión pública bajo el mismo prisma que nos ha arrastrado a la actual situación, es decir, desde el la teoría de “pan para hoy y hambre para mañana” sin pensar, ni en los colaterales de nuestras decisiones ni en las consecuencias del mañana.
Estoy obligado a empezar a pensar que más que una crisis económica, de modelo de Estado, o de “relaxing café con leche” lo que necesitamos resolver, con la mayor celeridad posible, es la profunda crisis de valores reinante, este mediocre individualismo cortoplacista. ¿Qué les llega a nuestros políticos, de los ciudadanos? Sólo un conjunto de inconexas teorías y opiniones, con suerte, no provocadas sino solo interesadas, que, con aires de grandeza simbolizados en banderas y movimientos “sociales”, sólo y exclusivamente buscan seguir siendo hoy mañana y siempre, barrigas agradecidas.
Aunque para barrigas, la de la chica del teléfono.

domingo, 8 de septiembre de 2013

BALLROOM BLITZ

BALLROOM BLITZ (La Opinión de Murcia, Jueves 5 septiembre 2013)
Conoces la historia de Ballroom Blitz
disturbios sillas inmovilismo pesimismo creatividad liberalismo rubén El grupo musical Sweet gozaba de sus mejores momentos en el panorama musical británico. Giras, galas y todo tipo de conciertos en las más prestigiosas salas de la isla. Un día en un concierto debido, supuestamente, a la mala calidad del sonido, se lió la parda. 

Todos los asistentes comenzaron a tirar cuanto podía ser lanzado y se encontraba en la sala a los miembros del grupo, desde botellas a sillas. Espectáculo bochornoso. Tuvieron que salir corriendo porque, literalmente, sus vidas corrían peligro. 
Al día siguiente, todos los medios escritos y no escritos se hacían eco de la noticia. El grupo cayó en picado. ¿Y qué hicieron estos melenudos? Pues en vez de disolver el grupo, en vez de seguir a lo suyo como si no hubiera pasado nada, en vez de pararse, decidieron hacer una canción con lo acaecido aquella noche. Esa canción, Ballroom Blitz, se convirtió y hoy en día constituye un emblema del glam rock de los 70's. Con esa canción reventaron el mercado y se consolidaron en el panorama musical garantizándose un hueco en la Historia de la música. 
Comienza el curso político, ya estamos en septiembre. Sinceramente tengo que reconocerles que me hace gracia eso del curso político. No sé si tendrá algún tipo de explicación lógica que el calendario de los políticos vaya ligado al de los escolares (y miren cómo está nuestro sistema educativo), para todos los demás, nosotros, trabajadores, el curso comienza después de las uvas de fin de año, y el 'paroncito veraniego', que sólo se puede permitir el que está trabajando, no es justificación tal como para poner el contador a cero. 
Nosotros estamos en 2013 y estamos en crisis, porque nuestro país este año está en crisis. Nosotros estamos deseando que, como se nos dijo, llegue 2014 para, por fin, ver que salimos de la crisis, que nos bajan los impuestos y que se cumplen las promesas electorales. Además creo que mi teoría del año natural está más que comprobada si atendemos a las noticias actuales y las de hace un par de meses. Son las mismas (Bárcenas, ERE's Andalucía, corrupción, PP, Gibraltar, PSOE, crisis y sigamos haciendo sacrificios). 
Y es que no nos damos cuenta de que si siempre estamos mirando al mismo sitio, si siempre hacemos lo mismo, jamás podremos obtener resultados distintos. Por ejemplo, seguimos pensando que de esta crisis sólo salimos gracias a una guerra, y si no que se lo pregunten al gordito de Corea y a su gasto militar o al presidente Obama, que viene a ser el mismo perro con distinto collar. De esta crisis no se sale manteniendo abierto el debate del abaratamiento del despido, ni sobre la financiación de partidos, entre otras cosas. 
Y por no echar la culpa de todo a nuestros políticos, dejar claro que la sociedad civil, nosotros, todos, tenemos también esa responsabilidad. Profesores universitarios, dirigentes de organizaciones civiles, columnistas y tertulianos, entre otros, que, a lo sumo, y tras columnas de aburrida lectura llegan a hacerse eco de alguna ocurrencia que ha salido publicada en alguna revista económica de tirada internacional, haciéndola suya, eso sí, sin mojarse en exceso, vaya a ser que le pidan explicaciones. 
Por eso, aprovechando el inicio del curso político, me separo en esta columna de la línea mantenida por la mayoría de intelectuales y, en vez de hablar del sexo de los ángeles dejando toda la responsabilidad a los políticos, voy a aprovechar para, cada vez que escriba, hacer una propuesta concreta que, a mi liberal juicio, va a maximizar la consolidación de la sociedad que todos anhelamos. 
En esta primera ocasión mi propuesta va a ser la remuneración variable en la Administración pública a todos los niveles. Que se pague más al político que menos gaste, al parlamentario que más propuestas presente en sesión parlamentaria, al profesor cuyos alumnos obtengan mejores notas en una prueba realizada por un agente externo, a la empresa u organización que reciba subvenciones públicas por impartir cursos y que sea capaz de colocar a más alumnos en el mercado laboral, al médico que más opere, y al administrativo que más despache. Esto permitirá un ajuste a la baja del gasto público de personal, también a todos los niveles, la racionalización de gasto público, la meritocracia al fin y al cabo. Permitirá eliminar de una vez por todas la convicción de que cuanto más se gaste mejor, atendiendo a resultados y, entre otras cosas, permitirá, a la larga, que todos pensemos que los políticos son personas. 
Comienza el curso político y por si acaso, ya tengo mi silla preparada para nuestro particular Ballroom Blitz.