MARIA ZAMBRANO. HORIZONTE DE LIBERALISMO.
¿Alguien ha pensado alguna vez en
pasar a la historia, en no morir nunca?
¿Alguien ha pensado alguna vez
que la forma elegida por sí mismo para pasar a la Historia sea a través del
pensamiento?
¿Qué lleva a un filósofo a
sumergirse en cuantos océanos tenga que hacerlo con la única esperanza de saber
que ha buscado y a sabiendas de que lo más probable sea que no encuentre sino
más océanos en los que sumergirse?
Todas estas preguntas y algunas
otras son las que me llevaron al primero de los libros que brotaron de la pluma de María
Zambrano, a saber, Horizonte del
Liberalismo.
¿Como una
discípula de Ortega y Gasset puede, alejarse del maestro, crear su “propia
filosofía”? Sin duda alguna, muchas e importantes han de ser las motivaciones
de una persona que, pese al mandato del maestro osarían a contradecirlo o a
separarse radicalmente de su línea.
De ahí que tratara de buscar los
orígenes de María Zambrano y su filosofía. Y aquí me encontré con Horizonte del
Liberalismo. Título sugerente, aún hoy en día, que a buen seguro puedo afirmar
que no decepciona en su contenido.
De una manera clara, muy clara e insultantemente
directa, tal vez porque su maestro ya había andado y bien andado gran parte del
camino, María Zambrano pasa a hacer una lectura de la problemática de la época
e incluso se atreve a dar la solución a los problemas de occidente.
Para ser su primer libro, el reto
no es pequeño. Surgió en mi el interés por conocer más en profundidad la
evolución o mejor dicho, el comenzar del pensamiento de la autora tomando como
referencia el libro seleccionado, intentando en todo momento, intuir a base de
trabajo, lo que verdaderamente subyace bajo todos los escritos, eso lo digo
ahora, zambranianos.
Comentario de Texto Filosófico sobre Política Conservadora y Política Revolucionaria
El comienzo de la obra escrita de María Zambrano ha de
caracterizarse, en primera instancia, según el momento histórico en que se
produjo. Horizonte del liberalismo, tuvo su nacimiento en 1930. En la época,
María Zambrano junto con otros intelectuales de la época estaban sufriendo el
gobierno de la “mano dura” del dictador Primo de Rivera.
El mundo universitario estaba agitado y el movimiento
cultural de la época abogaba en aras a una revolución política que permitiera
derrocar el sistema en el que se vivía y provocar el cambio, desde abajo a
arriba, en la sociedad española.
La crisis económica de la época unida al continuo
descontento por parte de los intelectuales con el régimen establecido llevaba a
unos y otros a, cada uno a su manera, buscar la mejor de las soluciones para la
instauración de un sistema republicano. Así lo reconoce María Zambrano en su
carta a su maestro Ortega y Gasset de de 11 de febrero de 1930: “Naturalmente que no se le ocultará a Vd.
cuál es la primera exigencia ineludible en la dignificación y nacionalización
española: el advenimiento del régimen republicano”. María Zambrano era
republicana y profundamente democrática, características estas de su
pensamiento político que la acompañarán durante toda su obra.
Horizonte del liberalismo, se convierte así en una
obra, cuya intencionalidad primera es, haciendo un guiño al maestro y siguiendo
sus pasos, dar lectura pormenorizada a la realidad política de la época. (No
tenemos que olvidar que en esa época, la constitución estaba suspendida, el
sistema electoral era corporativo e impedía el sufragio universal, etc).
Pese a su intención de permanecer afín a su maestro, es
esto para Zambrano de suma importancia,
ya en este libro, empieza a
distanciarse de las tesis de su maestro. Pese a sus continuos intentos y
permanecer bajo la bendición del mismo, no deja esta de criticar el camino
andado por Ortega. Podemos reforzar este comentario si traemos a colación la
primera de las cartas que María Zambrano remite a su maestro Ortega en la cual,
matiza y hace referencias al devenir intelectual del maestro y sus posibles
errores. “No se puede crear historia
sintiéndose por encima de ella, desde el mirador de la razón; solo quien está
por debajo de la historia puede ser un día su agente creador. Y en ello creo yo
nos diferenciamos los de estas generación de la de Vd. Si es que vamos a ser
algo, que a veces lo dudo, en que nuestra alegría está en sentirnos instrumento
y sólo aspiramos a tener una misión dentro de algo que nos envuelve: el momento
histórico”.
Por otra parte, y de esencial reseña es tanto para la
lectura de este texto como para la obra de Zambrano en su totalidad, es la
situación europea de la época. A nivel europeo, los sistemas nacidos tras la
primera guerra mundial estaban haciendo aguas, el fascismo italiano, la
dictadura de Stalin así como la fundación del partido nazi, son hechos
determinantes en el pensamiento de Zambrano a la hora de abordar el comentario
de su tesituras.
La crisis en la que se encuentra sometido el continente
europeo, originado por la crisis del racionalismo, positivismo, etc.
caracterizaran ya desde su primera obra el pensamiento y preocupación de
Zambrano y caracterizarán su obra posterior.
Horizontes del liberalismo no es más, como ya he dicho,
que un intento por esbozar con precisión la realidad política de la época con
la intención de buscar la mejor de las soluciones posibles a la grave crisis, histórica, a que estaba
sometida la nación española, y occidente en general, actitud esta de Zambrano
nacida bajo la influencia de su gran maestro Ortega, cuya causa de solucionar
los problemas políticos de España había más que caracterizado su devenir
intelectual.
Desde la intención de la autora hasta la forma en que
el libro está escrito, pasando por el método y perspectiva de la problemática a
analizar muestran sobremanera la influencia del maestro Ortega en María
Zambrano, si bien es cierto que a lo largo de su obra, los planteamientos
históricos se van transformando, partiendo de ellos (desde la razón vital), en
clave de razón poética.
Así, se puede afirmar que en una primera lectura de
este su primer libro ya se puede ver como, por un lado aborda la problemática
del mismo moviéndose en círculos “a la
manera de ortega”(jesus moreno sanz) y a su vez podemos esclarecer ya esta
característica básica de toda su obra filosófica como una “trágica esperanza u optimismo trágico”.
Especial referencia debemos hacer aquí al concepto de
crisis histórica, en María Zambrano, el cual, difiere de la manera de dar
sentido al concepto por parte de su maestro Ortega.
Para el maestro, cuando hablamos de crisis histórica,
se da un estado vital en el que el hombre no ha sido capaz de redefinir el
sistema de convicciones de la generación anterior, produciéndose una situación
de inseguridad, vacio, confusión y falta de referencia. Para salir de la
crisis, el hombre ha de generar, crear, un nuevo sistema de convicciones bajo
el que ha de vivir.
Por el contrario, para María Zambrano cuando esta nos
presenta el concepto de crisis histórica, hace referencia a un estado en el que
el hombre se encuentra en un “momento de
desnudez” siendo este momento una
gran oportunidad, en el que el conocimiento le es “revelado” dado que las
crisis “muestran las entrañas de la vida
humana”.
En esencia, para María Zambrano la crisis es definida
desde la perspectiva del ser humano que la vive, y la ve como una oportunidad,
como una revelación.
Refundar el liberalismo, huir de cualquier tipo de absolutismo, ya sea
de la razón, ya sea del sistema político establecido. Huir de las injusticias y
en definitiva democratizar, hacer más social (cívico sería lo correcto afirmar)
al sistema y todo desde la más firme libertad cultural y política en constante
evolución y renovación, va a ser la intención de la autora en este primer
intento de colaborar con la intencionalidad política de Ortega.
Para María Zambrano la política va a ser “la actividad más estrictamente humana” y
es precisamente por la época que le toca vivir que dedique su primera obra a
tal arte. (Con posterioridad se ha podido observar como la política ha sido,
por como la entendía ella misma, su máxima preocupación, acompañándola en sus
reflexiones hasta el final de sus días).
La autora va a intentar analizar la realidad política desde
dentro desde los más profundos infiernos, enumerar las causas de su crisis para
posteriormente basar su obra en lo que debería de ser, es decir, en desglosar
la manera ideal de cómo hay que entender el liberalismo y su relación por
ejemplo, con la religión, con la cultura, etc. Parte de las situaciones de
crisis, de sus causas y trata de dar una verdadera solución que pasa por
democratizar la sociedad, refundar el liberalismo.
Todas sus críticas van a ir dirigidas contra el
racionalismo imperante occidental y contra la religión.
Política
Conservadora y Política Revolucionaria pone de manifiesto el
claro posicionamiento filosófico político de la autora.
En el texto propuesto, María Zambrano va a definir las
características básicas de la política de la época, que definirá como
estáticas, por erróneas, sin tener en cuenta el tiempo y muestra la necesidad
de una nueva forma de hacer política, muestra la urgente necesidad de definir
la verdadera política revolucionaria,
política que ha de creer “más en la vida
y más en la virtud de los tiempos”.
Zambrano es duramente crítica con el racionalismo, lo
considera agotado, “estático”, al
igual que lo hace con las posiciones religiosas.
Y las llama así precisamente, posiciones estáticas
debido fundamentalmente a que basa su crítica hacia ambos posicionamientos en
su atemporalidad. Para Zambrano lo más importante es saber tratar con el
tiempo, saber caminar por él libremente. La política es para Zambrano reforma,
creación, revolución, o NO CONFORMISMO, que parte desde una conciencia
histórica y se dirige hacia un futuro, de ahí que cualquier posicionamiento que
no asuma el tiempo en sí mismo es considerado estático y/o erróneo.
Zambrano critica al racionalismo hasta lo asemeja con el absolutismo, no por
ser origen del mismo pero si por mantener el nexo común de la desfiguración del
hecho religioso, o mejor dicho, desfiguración del cristianismo.
El error del racionalismo consiste, según Zambrano, en
la marginación de la reflexión sobre la vida y sobre los aspectos irracionales
del ser. Para Zambrano, el liberalismo racionalista pretende sostenerse a sí
mismo y sostener “en sus hombros el
mundo”, permaneciendo toda vez ajeno por exigencia lógica a todo imperativo
basado en el más allá.
Para Zambrano, tanto el racionalismo como el
absolutismo coinciden en su intento de detener el tiempo. Tanto uno como otro
conciben la verdad como algo atemporal y perenne. El absolutismo no tiene en
cuenta el pasado, oculta el futuro, pretende o asiente todo como dado, como un
estado único y verdadero íntegramente atemporal y definitivo, que pretende superar el tiempo, situando a la
verdad por encima de del tiempo.
La moral humana del liberalismo – racionalista - se
encuentra ajena al verdadero hombre, he aquí el básico razonamiento, la moral
racionalista no tiene en cuenta las verdaderas preocupaciones del hombre, sus
anhelos, sus preocupaciones deseos e inquietudes. Es una moral por y para
élites intelectuales, que no llega a la masa, que omite al hombre corriente y
que no ha sido capaz de “calar” en la sociedad.
Especialmente crítica se muestra la autora con aquellos
cambios, con las “grandes revoluciones” que
pretenden instaurar nuevos sistemas sociales, dado que incluso resultan aún más
rígidos y devastadores que los sistemas previamente establecidos. Crítica que
muestra sin ningún tipo de impunidad hacia el comunismo, al que va a definir
como el intento racionalista de fundar una nueva vida desde la mente humana,
teniendo todo bajo su control, a modo de religión, y cuyo error radica
precisamente en esa radicalidad y rigidez, y animo de control vital.
He aquí la diferencia que encuentra la autora con
respecto a la religión, conducta esta que si ha sido capaz de calar en la
sociedad pero igualmente estática.
“La religión lo
pide todo y lo ofrece todo”. La religión, para
Zambrano, basa la vida en un conjunto de dogmas, irracionales, profundos y
superiores a toda razón, dogmas estos que resultan a su vez inamovibles y
perpetuos en el tiempo. De ahí que la religión tampoco tenga en cuenta el
tiempo, lo paralice y, al igual que el racionalismo, suponga un no avanzar, un
no tener en cuenta la realidad misma del individuo.
Para María Zambrano se hace necesario el nacimiento en
este momento de crisis de la auténtica política revolucionaria.
Para María Zambrano habrá que hacer política teniendo
en cuenta la virtud de los tiempos así como la vida misma. No deberá la
política someterse solo y exclusivamente a los dogmas de la razón, dada su
limitación, a su vez tampoco deberá de basarse exclusivamente en la supra-razón
como la religión.
Teniendo en cuenta el tiempo, María Zambrano trata de
abrir una nueva vía o solución a la crisis de la época.
Trata de definir un nuevo liberalismo, capaz de tener
en cuenta el tiempo y que sea más democrático, que esté por encima de todo
absolutismo y dogmatismo, que ponga la razón al servicio de la vida. Esta
aspiración es lo que a lo largo de toda su obra va a ir conformando su razón
poética, aquella que relacione la razón y la sensibilidad, democracia y
libertad.
Y para la autora, estamos ante el momento histórico,
para que se produzca tal cambio, para que se culmine el proceso de creación del
nuevo liberalismo que sea capaz de salvarlo todo.
En el texto propuesto así como en la totalidad de
Horizonte del Liberalismo, María Zambrano esboza la problemática de la política
y el momento de crisis en que esta se encuentra inmersa. Para la autora se hace
necesario superar la crisis del racionalismo, estancado en sí mismo, así como,
y es para mí el aspecto más importante, la necesidad de superar y/o ocupar el
posicionamiento en que la religión tiene sometido al ser humano.
“Toda contradicción
se resuelve ahondando, penetrando en el subsuelo, donde las raíces se
entrecruzan y confunden”.
La solución a la crisis o la oportunidad que el momento
histórico brinda ha de pasar por una aceptación de la libertad del individuo “a partir de”, aceptando la dependencia
de un algo superior. Para Zambrano, no hay que igualarse con el Dios cristiano
sino, situarse bajo él, aceptarlo, El ser humano ha de emplear sus recursos por
conseguir una libertad social basada en el amor
a la persona.
Durante toda la obra de María Zambrano se pone de
manifiesto el intento por parte de la autora de redefinir un sistema social,
más que una filosofía, que suplante al catolicismo, de enorme influencia en la
época, y establezca unas bases democráticas de libertad e igualdad en la
convivencia entre seres humanos.
En conclusión, si bien es cierto, que han sido
varias las fases por las que mi posible reflexión ha ido pasando me quedo
principalmente con lo siguiente:
- El
enorme atrevimiento de la autora. A mi juicio, no trata en ningún momento de
superar a su maestro, de desviarse de su línea sino que, lejos de esto, intenta
en todo momento, a mi juicio, servir de herramienta para los fines de Ortega y
Gasset.
- La
profundidad y claridad de los planteamientos zambranianos, que bajo un humilde
propósito la lleva a “crear” una nueva filosofía. Mi más profunda admiración,
respeto e intención por seguir indagando en la obra de María Zambrano.
- La
intencionalidad de la obra completa de María Zambrano. A mi juicio, María Zambrano no ha dejado en ningún momento
de mantener la misma intencionalidad durante toda su obra, eso sí, haciendo
cada vez más filosofía. María Zambrano, más que crear su pensamiento filosófico
trata, en todo momento, desde los infiernos, desde abajo, de romper con la
estructura social creada, a su pesar, en la época que le toco vivir, eso sí,
conviviendo plenamente con dicha realidad, de solucionar los que a su juicio,
eran los problemas que lastraban las sociedades de la época. Su único error,
que no estábamos ante un momento histórico sin más bien ante una época.