El Blog de Rubén Martínez Alpañez

jueves, 20 de junio de 2013

AUNQUE EL IPAD SE VISTA DE SEDA

AUNQUE EL IPAD SE VISTA DE SEDA (Artículo publicado en La Opinión de Murcia XX/junio/2013)
A propósito de curas y sotanas escribe Pérez Reverte: “Quizá por eso me inspiran simpatía quienes por voluntad propia o disciplina profesional visten sotana. Es bueno saber quién es cada cual. Y más en los tiempos que corren”.

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El aspecto, la pinta, no es asunto que incumba exclusivamente al experto en estética. Muy al contrario, las apariencias tienen mucho que decir en la constitución de una sociedad democrática sana. Que no es una originalidad mía puede comprobarse leyendo El Político de Azorín o El Príncipe de Maquiavelo.
En ese sentido hay algo que me tiene maravillado, me deja ensimismado cada vez que lo veo y, por eso, no tengo inconveniente en elevarlo a la categoría de arte. Ya sé que, desde Piero Manzoni, no es mucho decir. Pero es lo que hay. Que aún no he sido capaz de asumir que hace apenas unos años el hombre trabajaba con Spectrum y hoy en día dispone del ipad. Ya digo, para mí, el ipad es arte, la quintaesencia de las relaciones entre el hombre y el mundo, el ser humano y los objetos. Tan fino, tan ligero, tan táctil, ¿Qué más dará el precio? Si es que lo usas y se torna parte imprescindible de tu vida, ya no concibes trabajar sin ipad, ni salir de excursión sin el ipad, ¿y las fotos que echa el ipad?

Tener un ipad es para el común de los mortales lo mismo que para un político ver a Anguita o Aznar o Felipe en televisión (citados en orden alfabético, conste). Podrían mantenerse delante de la pantalla horas y horas bebiendo de esas fuentes de sabiduría. Ni cuestionamiento, ni duda, simple acatamiento; no doctrinario sino devoto, emanado de la boca de El mesías. Qué maneras, qué refinamiento, qué claridad de ideas, qué arte, ya puestos… como el ipad: discreto pero rompedor, sensible pero incansable, útil e imprescindible. Así son los discursos de los líderes, que insuflan esperanza, argumentario nutrido, posibilidad de discurso, alternativa ideológica y un par de cañas cuando el debate se mantiene entre pucheros, que diría Francisco Giménez Gracia (aqui y aqui).

Sin abandonar la política, ni el arte, ni al ipad, hay un fenómeno que vengo observando recientemente. Si la prensa nos regala fotografías de políticos, no falla: si hay uno de izquierdas en la foto hay un ipad en sus manos. Si, como parece y afirma Mariano Ferre, “tan importante es serlo como parecerlo”, hay que tener mucho ojo con lo que uno va aparentando por ahí.

Produce una cierta grima ver esos ipad en manos de quienes están abonados a causas solidarias cuya superioridad moral, según ellos, les legitima para vivir del cuento. ¡A ver si los ipad de estas gentes comprometidísimas los están pagando nuestros impuestos!

Frío y estupefacto que me quedo como cuando veo a cualquiera presumir de ipad en cualquier sitio. Así aparecen los políticos, con su afán de estar a la última, de aparentar distinción y tendencia. Ese comportamiento está, cuando menos, exento de toda delicadeza y podría denotar bajeza de conducta e, incluso, ausencia de moral.

Y miedo tengo, miedo a que en su afán de igualar a todos y cada uno de los mortales habitantes de mi Murcia querida, una vez que lean este artículo y se sientan culpables por presumir de ipad, por la enorme brecha existente entre nosotros los ciudadanos normales y los políticos no vayan a imponer que me compre un ipad, para así disimular la perversa utilización que hacen tanto del sistema como del ipad y de cuantos privilegios tienen a bien gozar de modo exclusivo.

Sólo cuando se vive de tanta apariencia, sólo cuando se pretende hacer a todos iguales, como sacados de una cadena de producción o montaje, es necesaria tanta norma. Por favor, no me obliguen a comprarme ipad y respeten mi libertad.

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