Y en esto de obtener conclusiones
de lo acaecido en las elecciones europeas bien podíamos recuperar a Tierno
Galván cuando decía: “El triunfo político es la suma del sentido común y la
capacidad de liderazgo”. Todos de acuerdo porque aquí y ahora, ni lo uno ni lo
otro.
Vamos a reconocer que esta
campaña electoral ha sido distinta, tanto por los modos como por los
resultados. Tan distinta que hasta ha dejado de hablarse de política y de
políticas, para centrarse en trivialidades absurdas y manidos eslóganes que
sólo han servido para dos cosas: para que los ciudadanos de a pie nos veamos
menos representados por los políticos y, hay que reconocerlo, para echar de
menos, los recurrentes absurdos debates que mantienen los partidos políticos
con vocación de gobierno.
Y manidas trivialidades, como
manido el dicho, totalmente certero, de que el sentido común es el menos común
de los sentidos. Y han terminado las elecciones y volvemos a las mismos
absurdos y recurrentes debates que sólo se justifican para mantener
entretenidas a las élites, justificar el mantenimiento de su desfasado papel en
la sociedad, informándonos, a través del eco que les otorgan los medios de
comunicación, de los tremendos disparates que se pueden llegar a decir, y a defender,
meramente por seguir en su posición de privilegio.
Y volvemos a la carga con los
“asuntos educativos”. Rebaremación sí, rebaremación no. Evaluación pública de
diagnóstico si, evaluación no. Más dinero si, mas dinero no. Y el sistema
educativo hecho un solar. Pero a nadie, y cuando digo nadie me refiero a los
políticos y a los sindicalistas, se le ocurre aplicar un poquito de sentido
común antes de salir a los medios de comunicación para anunciar a bombo y
platillo determinados disparates.
Juguemos a los médicos, e
imaginemos que ante una enfermedad hemos de ser operados a corazón abierto. Imaginemos
que podemos elegir y nos aportan una relación con todos los hospitales públicos
donde nos pueden operar. Siguiendo con la imaginación, imaginemos que contamos
con la relación de médicos que nos pueden operar y junto a cada nombre, o mejor
dicho, junto a cada DNI para respetar la ley esa de protección de datos que nos
lleva a todos de cabeza, aparecen dos datos: las notas que sacaron en el MIR y
el porcentaje de éxitos y fracasos en operaciones previas realizadas similares
a la que te tienen nos tienen que hacer a nosotros.
¿Elegirían Vds. Como primera
opción al médico que no ha aprobado el examen? ¿Elegirían Vds. Como primera
opción a aquel que nunca ha operado a nadie de lo mismo que te van a operar a
ti? Humildemente reconozco que yo intentaría que el que me operara fuera el que
más intervenciones exitosas haya realizado y además, si puede ser, el que mejor
nota sacó en el examen correspondiente que da acceso al ejercicio de la especialidad
determinada.
Pues con la educación igual. La
única diferencia es que cuando hablamos del sistema educativo parece que
hablamos de algo intangible, ajeno, incontrolado e incontrolable. Ajeno porque
si el nene nos sale flojo es culpa de nadie, o del nene, o de sus padres, o de
quien sabe qué. Incontrolado e incontrolable, porque ¿cómo vas a medir la calidad
del sistema educativo? Si medir, comparar y competir es de liberales y
capitalistas; como el futbol, o que Nadal sea el número uno o los concursos de
televisión, porque concluyen con un ganador en vez de repartir “en igualdad y
sin rankings” los méritos, a ser posible pocos, para que los verdaderamente
malos, puedan estar al nivel.
Pues llevar a la Asamblea
Regional de Murcia una moción para impedir que los padres conozcan la calidad
de colegio al que llevan sus hijos y la calidad del profesorado, es mas o menos
lo mismo que nombrar cónsul a un caballo. Es necesario no solo en el sistema
educativo, sino en toda la administración pública. Hayque medir para poder
mejorar. Si no se mide no se advertirán los problemas.
Existen excelentes docentes que
por falta de recursos obtienen malos resultados como existen también malos
docentes, y malos centros, y malos alumnos, pero nada de malo tiene, poner
encima de la mesa los conocimientos, experiencia y éxitos de cada docente y de
cada centro. Con la publicación de estos resultados se podrá premiar al docente
que mejores resultados obtenga, se podrán destinar más fondos allá donde más se
necesiten y se podrán poner en evidencia, en general, las ineficientes y
ridículas pedagógicas propuestas que en ocasiones llegan a convertirse en
realidad con el dinero de todos los españoles.
Y de quien elabora las
evaluaciones y como se corrigen hablaré otro día, porque como bien dice
Savater: “la educación es un acto de coraje; cobardes y recelosos, abstenerse”.