El Blog de Rubén Martínez Alpañez

domingo, 15 de junio de 2014

AHORA SI


Y lo podemos decir a voz en grito: Ahora sí.

Ahora sí. Las cifras de desempleo están mejorando y durante varios meses consecutivos. Semejante gracia nos hace que cada mes de cada año, cuando se ofrece un dato relativo al desempleo los partidos políticos opinen lo mismo, con el único matiz de que, dependiendo de quién sea el responsable, los datos serán buenos o serán malos. Pero esta vez no, esta vez, tanto las cifras de población activa, como de personas desempleadas, como en términos relativos, interanuales o mensuales han mejorado, de ahí que esta vez, la crítica no haya podido ser sustancial.

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Y solo ha hecho falta una reforma laboral por el contrario de lo que venimos defendiendo algunos, que pasa por la idoneidad de poner en marcha más pronto que tarde una segunda reforma laboral que permita, por un lado, dinamizar el mercado de la oferta de mano de obra y cualificarla adecuadamente en virtud del horizonte de crecimiento que queremos ofrecernos a nosotros mismos además de por el tan necesario abaratamiento de los costes laborales con la toma de decisiones valientes e innovadores que fomenten la contratación de tantos parados con que contamos en nuestro país. Las cifras de desempleo están mejorando, y no ha hecho falta volver a reducir los tipos de contratos con que contamos en nuestro ordenamiento laboral.

Ahora sí. Ahora sí que la prima de riesgo se ha convertido en primita. ¡más baja que EEUU! Quien nos lo iba a decir. España puede pedir prestado financiándose a precios irrisorios en comparación a los que pagábamos hace apenas unos años. Y no ha sido necesario rediseñar el sector público, ni eliminar diputaciones ni fusionar ayuntamientos. Y no ha hecho falta, como algunos veníamos defendiendo, reconsiderar el Estado del Bienestar, que en apenas unos años ha hecho que absolutamente todo y todos dependamos en mayor o menor medida, en nuestra ordinaria cotidianeidad, de que la Administración pública disponga de fondos para alterar el funcionamiento ordinario del mercado. No ha hecho falta allanar el terreno para que el que sabe hacer dinero lo haga sin muchas trabas, no ha hecho falta reconsiderar la prestación de servicios sociales, no por cuanto al fin, si por cuanto al modo. No ha hecho falta innovar en metodología.

Ahora sí. Los ingresos de la Administración pública se ven incrementados en términos interanuales en cifras que superan los dos dígitos. Y no ha sido necesario cambiar la perspectiva, como algunos veníamos defendiendo, de que los ciudadanos no vivimos para la administración y para que esta pueda sostenerse, sino al contrario, es la administración pública la que ha de trabajar para nosotros, para garantizarnos un marco de estabilidad y crecimiento, cuanto menos, con pequeños impulsos de política fiscal que incrementen el grado de apalancamiento de los efectos  que la generación de riqueza individual suponen sobre la riqueza agregada.

Ahora sí. El Banco Central Europeo ha tomado cartas en el asunto. Ha rebajado los tipos de interés con la finalidad de incrementar la tasa de inflación. Al bajar los tipos de interés e imponer penalizaciones a los bancos comerciales que no presten dinero al sector privado, quedando excluida de esta medida la concesión de hipotecas, pretenden favorecer el consumo, y con ello mejorar las cifras de ventas de comercios y empresas y estas acometerán nuevas inversiones y contratarán a más personal. Y no ha sido necesario, como algunos veníamos defendiendo, reconsiderar el papel de la autoridad monetaria, estableciendo su objetivo en el control de inflación, con medidas tan estándares como ineficientes como poner a las máquinas de hacer billetes a trabajar a mayor ritmo, con el riesgo de que, al estar el dinero tan barato, la gente compre cosas que no necesita, las empresas crean que están haciendo buenas inversiones y en unos pocos de años otra vez al pozo.

Ahora sí que recuerdo a Machado cuando afirmó que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.


Ahora sí. Ahora sí que podemos decir que no hemos aprendido nada de la crisis.

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