ESTAMOS EN TOPLESS
Eran aproximadamente las 16.00h cuando recibo una foto en el
móvil acompañada de un texto que decía: “mira lo que te estás perdiendo, aquí estamos
las cuatro solas y tú desaparecido, vente pa’ca”.
Tal vez me mandaron la foto porque son grandes amigas, o tal
vez porque saben que estoy en contra de la práctica indiscriminada del topless
o simplemente porque días antes pasamos una jornada playera que debe
calificarse como el evento del verano 2013.
El caso es que ante tal ofrecimiento no tuve más remedio que salir pitando para la playa donde estaban ellas, con la advertencia de que debían taparse cuando yo llegara.
El caso es que ante tal ofrecimiento no tuve más remedio que salir pitando para la playa donde estaban ellas, con la advertencia de que debían taparse cuando yo llegara.
Llegué, y nos fuimos tomar café que aún estábamos en hora. La
cafetería, como bien manda la crisis, de bote en bote, por lo que entre risa y
risa empecé a tomar nota mentalmente de cuanto acaecía alrededor mío.
En una mesa, a la derecha, un grupo reducido, eran 3, dos
chicas y un chico. Una de ellas, la más guapa de las 2 afirmaba no tener suerte
con los chicos: “no sé lo que me pasa pero esto no es normal, cada vez que me
gusta un tío, sale corriendo” a lo que el chico allí presente le contestó: “lo
que pasa es que les das miedo porque tienes las ideas muy claras”.
Tuve que dejar de lado esa conversación porque la de la mesa
de la izquierda era, si cabe, aún más interesante por lo que se podía exprimir
de la fauna allí presente. Era un grupo más numeroso, eran unos seis o siete,
hombres y mujeres, todos mayores de 30. La conversación era impresionante. No dejaron
títere con cabeza. Rajaron sobre dos personas, primero sobre uno, luego sobre
otra. Y la conversación entremezclaba comentarios machotes de ellos, con retos
de hombría por parte de ellas, todo acompañado con un apuñalamiento al fulano
ese del que hablaban acerca de sus "prácticas amorosas". Cualquier gracieta era perfecta excusa para lanzar un
comentario del tipo: “pues ese… te digo yo que…. A mí me la va a pegar…. Si se
le ve venir”. Tengo que decirlo, eran todo prejuicios, que si los relacionabas con
los comentarios machotescos, claramente
determinas que el origen de todo viene fundado por resentimientos internos y
personalísimos, que por no decirlo todo negativo, era precisamente lo que hacía
que se llevaran todos tan bien. No se salvaba ni uno.
En esto nosotros discutiendo sobre el topless. No fui capaz
de convencerlas, pese a mis argumentos de que no se puede hacer topless en
cualquier playa. Hay playas para todo tipo de gente, y gentes para todo tipo de
playas. Bien es cierto, que esa práctica por su parte se limitaba a las horas
de la siesta a playa vacía, y por esa razón (y porque eran 4 contra 1) tuve que
dar la batalla por perdida.
Dando paso a “EL TIEMPO DE LAS CREENCIAS” es este el momento
de poner sobre la mesa las distintas reflexiones que me pasaron por la cabeza:
Sin duda alguna, a primera vista, es un halago que te digan
lo de las ideas claras, si bien eso de dar miedo, me lleva a pensar si es
adecuado ser tan competitivo. Y es que de la misma forma que no se desea que un
maestro sea el que diga a un alumno si debe o no ir a misa los domingos,
tampoco está bien, que nos exijamos en temas personales la competitividad que
se nos exige en el trabajo, en el mercado, en el colegio. ¿O acaso es la forma
lo que falla?
Espero y deseo, que tener las cosas claras, tan claras como
para dar miedo, no corresponda a tener las ideas de los elementos de la mesa de
la izquierda. Claros perdedores en esa carrera a la que anteriormente hacía
referencia. Pesimistas por definición de práctica oscura. Oye que triste tiene que ser “arrejuntarse” en agosto y en la playa,
para eso. El caso es que eran más en número. ¿Sera la solución a todos nuestros
problemas no ser capaz de reírse si no es ironizando sobre todo aquello que no
soy capaz de superar proyectándolo sobre los demás? Por lo menos alivia y si no, siempre nos quedará San Fermín (ver foto).
Y para finalizar, y dado que tanto los critiqueos de los
treintañeros marujones como los de la chica segura, e incluso nuestro anatómico
debate pasó a versar sobre “las parejas”, ahí va la perla con la que cierro
este artículo:
Cuando en mi vida se ha cruzado una chica, y ha existido la
posibilidad de iniciar una relación con ella, que me permitiera ofrecerle lo que yo
soy, tras un par de citas, siempre me he preguntado: ¿si yo fuera una chica, me
gustaría ser como ella es?
Sigo soltero. Feliz y soltero.
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