LA MOTIVACIÓN CORTOPLACISTA (Artículo publicado en Murciaeconomía el Martes XXVI/Nov/2013)
En una conferencia de motivación y liderazgo que tanto se llevan de moda hoy en día pude escuchar como el famoso conferenciante afirmaba: “no motives un asno para correr 'The Grand National' porque el zapatazo que se pegará en el primero de los setos va a ser de órdago”.
Esta afirmación me hizo reflexionar acerca de la idoneidad y la causa por la que este tipo de conferencias, cursos y charlas están tan de moda. Mi conclusión es que estamos excesivamente motivados.
Asistimos como meros figurantes pasivos al desarrollo de una crisis que no tiene fin. Empeñados todos en que dicha crisis gira alrededor de la Economía y el sector financiero, encuéntrome una y otra vez lo mismo, a saber: Gente excesivamente motivada.
No me malinterpreten, es bueno estar motivado, con la advertencia de que no puede uno intentar conseguir aquello que jamás va a ser capaz de lograr, aquello para lo que no sirve, ni nunca va a servir. La crisis que padecemos es una crisis cuyo origen es el exceso de motivación, si no, ¿cómo se explican vds. que Zapatero llegara a La Moncloa? Por motivación.
Y en nuestra crisis siempre lo mismo. Sacrificios para los ciudadanos, que tienen que aguantar un sector público sobredimensionado y la respuesta de los intelectuales radica principalmente en cómo seguir gastando. Restricción del crédito, pues bajada de tipos de interés y la culpa para la banca. Que Cataluña quiere independencia, pues lo arreglamos con nueve mil millones de euros. Que algunos abusan de su posición de privilegio para enriquecerse, pues que lo manden a la cárcel sin devolver lo robado, que recortan fondos a las universidades, pues a manifestarse, y así un largo etcétera de ejemplos en los que una y otra vez nos topamos con el inmenso seto ante nuestra ausencia de valores e incapacidad para levantar la cabeza y tener amplitud de miras.
Todos y cada uno de los problemas con los que convivimos van a seguir existiendo, independientemente de las previsiones de crecimiento económico, de la cifra de paro o del porcentaje de deuda sobre PIB de nuestro país, región o municipio. Se hace necesario abrir las ventanas de nuestro caduco, aunque joven, estado social, para que se airee el hedor a naftalina, y que, de una vez por todas se piense en el largo plazo.
Pensando en el largo plazo es como únicamente se pueden dar soluciones estructurales a problemas estructurales. Con valentía y sentido de estado, llevado a cabo por “Hombres de Estado” hay que acometer, ahora que estamos por los suelos, las ambiciosas reformas que necesitamos.
Tenemos que reformar la Constitución Española, y no tenemos porqué rasgarnos las vestiduras. El hecho de que sepamos de antemano que este proceso va a ser aprovechado, presuntamente, por los partidos nacionalistas para “colar sus demandas históricas” (perdón por lo de históricas) no debe paralizar a los auténticos hombres de estado, si hay, para que acometan los necesarios cambios que necesita nuestra carta magna.
Tenemos que reformar las instituciones. El Senado y el Congreso, otorgarles la operatividad y razón de ser que en teoría han de tener y que ni uno ni el otro tienen hoy en día. Establecer, de una vez por todas, un mecanismo neutral de elección de los miembros del Poder Judicial desvinculado del mundo político y otorgar capacidad y operatividad al ejecutivo para que ejecute, si sabe ejecutar, todo lo que sepa ejecutar, en el tiempo, limitado, que debe de estar ejecutando.
Quitémonos los miedos al largo plazo, dejemos de pensar en “pan para hoy y hambre para mañana” o en las próximas inmediatas elecciones y, por añadidura, dejaremos de hablar de: cambios de leyes básicas si hay cambio de gobierno, dejaremos de hablar de incompetencia de los políticos, dejaremos de hablar de chorizos e independentistas, de rebotados personajes públicos, toda vez que se les aparta de su posición de privilegio, de aeropuerto, de mareas y de bajadas de tipos de interés.
Como ya dijo Montesquieu: “No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”. Seamos responsables y consecuentes, aunque estemos motivados.