(La Verdad, Martes 19 de noviembre de 2013)
El premio Nobel de Economía ha
sido otorgado a economistas liberales. Si algo tenemos en común los liberales
es el sano vicio de especular poco y
basar todos sus razonamientos en datos. Menos ideología y más ciencia.
No hace muchos días el sistema
educativo español vivió una jornada de huelga, desde alumnos a catedráticos,
mejor o peor representados, todos participaron (supuestamente) en la huelga
para rechazar la LOMCE.
Si existe algún comportamiento
por parte de los políticos que los ciudadanos de a pie no entendemos, sin duda
alguna, es el extremo posicionamiento que adquieren ante cualquier
acontecimiento, basado exclusivamente, en el interés particular, con la única
finalidad, no ya de obtener beneficio, sino, meramente, por perjudicar al adversario.
O es blanco o negro, no existe el punto medio. Los unos, anunciando la LOMCE como si fuera el fin
de todos los problemas del mundo, los otros demonizando el nuevo sistema educativo,
advirtiendo, que la citada ley empeorará la educación española obviando que tal
hecho es tarea más que difícil a la vista del posicionamiento del sistema
educativo español en todos los rankings internacionales. Ver para creer.
El sistema educativo es básico en
el desarrollo de un país. Está demostrado que incrementos cualitativos en el
sistema educativo de un país, pueden hacer crecer exponencialmente el producto
bruto que genera dicho país en aproximadamente dos puntos porcentuales (ya se
me ha colado un dato, eso me pasa por ser liberal). Los experimentos con
coca-cola y no con el futuro de nuestros hijos y vecinos. Pero cuando el clamor
analítico y práctico es tan grande, al menos, es necesario que se intente
llegar a un mínimo consenso, que no a la mera y vulgar obtención de un rédito
político cortoplacista.
Jamás esperes que un mal portero
juegue en la selección española, como, de la misma forma, no has de esperar la
mejor sentencia a tu favor si tu abogado es malo ni que la economía de tu
empresa vaya como la seda si tienes el departamento financiero en manos de
alguien que no sabe lo que es, por ejemplo, el ebitda. Hay un aspecto que es de
vital importancia en la reforma educativa, y que todavía no he visto en ninguna
pancarta. La ley prevé que al final de cada ciclo educativo los alumnos realicen
unos test de evaluación externos, que determinen su nivel de conocimientos de
forma objetiva. Algo así como la selectividad.
Esta medida, por definición
impopular, no ha de centrar el debate en si es adecuado o no que se acometa.
Para conocer el nivel de algo o alguien, es necesario medirlo, para, entre
otras cosas, determinar las necesidades individuales que maximicen el
aprendizaje y preparación de cada alumno y poner en marcha mecanismos
correctores. Conocer periódicamente, de forma objetiva, es decir, evaluado
externamente, el nivel de los alumnos es adecuado.
Y siendo importante, que lo es,
establecer los contenidos mínimos necesarios para el desarrollo intelectual y
según algunos, personal y social del alumnado, en términos de que materias y
cuantas horas se han de impartir, no es menos importante y, aún no está
solucionado, el procedimiento de elaboración de los exámenes que deberán
superar los alumnos a final del ciclo.
Quién va a diseñar y redactar
esos exámenes y quién deberá corregirlos, o visto desde otra perspectiva, qué
van a preguntar a los alumnos y como van a puntuarlo. Pues ahí es donde está el
quid de la cuestión y la oportunidad
para su definitiva solución es facilísima. Es ahí donde, los responsables del
sistema educativo podrán extraer cuantas conclusiones, en base a resultados,
sean necesarias con la finalidad de corregir la deriva de nuestra educación.
Periódicamente se realizan desde
las instituciones unos test de diagnóstico de los centros educativos. Estos
test de diagnóstico, que según la ley deberían de ser públicos pero que en
realidad nadie conoce, evalúan la capacidad de cada docente, y la efectividad
del centro educativo para impartir conocimientos a los alumnos.
Es necesario, por dignidad y como
clara muestra de transparencia en la gestión de lo público, que se publiquen
los resultados de esos test de diagnóstico. Es necesario para saber diferenciar
al profesor que es malo, del que es peor, así como para poder promocionar a
aquellos buenos docentes y que asuman, cada vez más responsabilidades,
debidamente remuneradas, dado que son los que obtienen los mejores resultados
en términos de resultados de sus alumnos.
Es necesario que los padres
conozcan en manos de quien van a dejar a sus hijos, de que personas y en que
entorno, por lo que es necesario que se publiquen, los resultados de los test
de diagnostico que están escondidos en un cajón en la mayoría de Comunidades
Autónomas, porque como bien dice el refranero español, en cualquier trabajo u
obra, el que no ayuda, más bien, estorba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario