El Blog de Rubén Martínez Alpañez

lunes, 16 de marzo de 2015

EL BIPARTIDISMO Y LAS PERSONAS

EL BIPARTIDISMO Y LAS PERSONAS (La Opinión de Murcia, XII / MARZO / 2015)

Y tú a quién quieres más ¿a mamá o a papá? Esta maliciosa pregunta sólo define a quien la formula y, ante todo, permite, de un vistazo, advertir las miserias, rencores y complejos del que la hace al pretender satisfacer su ego a costa de un niño.

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Sabrán ustedes que este año hay elecciones. Y es posible que los posicionamientos de los partidos políticos, que se observan a través del protagonismo adquirido en los medios de comunicación, puedan generarnos el mismo desconcierto que al niño que tiene que elegir entre sus progenitores. Esto podría provocar que en mayo haya quien vaya a votar a Ciutadans porque les gustaría que Alberto Rivera fuera presidente del Gobierno y que alguien espere a final de año para votar a su alcalde favorito. Son las cosas del poder.
Dicen que ha acabado la época del bipartidismo y yo, que soy un firme defensor del bipartidismo me pregunto ¿Cuándo hemos tenido bipartidismo en España? Es verdad que hasta no hace muchas fechas, contábamos con dos opciones políticas medianamente diferenciadas ideológicamente y estas, eran las que tenían ciertas posibilidades de ser puestas en marcha por los partidos que las representaban. Pero también es cierto que los partidos, lejos de seguir estrictamente las políticas que definían el pensamiento que decían defender, procuraron, sin lograrlo, ampliar el espectro de votantes a costa de renunciar a la propia ideología (eso que llaman, conseguir el centro). La consecuencia, intensificada por la fuerte presencia e influencia de los partidos nacionalistas en el espectro nacional pactando cruces competenciales y prebendas tanto territoriales como económicas, a cambio de votos y proclamas, ha sido la causa de que ya nadie tenga claro a quién representa cada cual. Por eso han surgido tantos nuevos partidos políticos.
Ahora bien, no entiendo por qué los dos únicos partidos con capacidad de gobierno están permitiendo, por un lado, que haya tanta confusión ciudadana, y por otro, que no resuelvan el único factor diferenciador que los partidos pequeños muestran en comparación.
Estos partidos pequeños, que ya han presentado líneas generales de sus programas electorales nacionales y eso que quedan más de nueve meses para las elecciones (eso son ganas de entrar y lo demás son tonterías) no están aportando absolutamente nada nuevo, novedoso o digno de alabar dado del necesario cambio político que consolide el establecimiento, en la élite, del paradigma social actual. Prestando especial interés a las líneas fundamentales del programa económico del partido de Luis Garicano, brillante economista, he de afirmar que no presenta nada nuevo, es más, incide en errores estructurales que no permiten que España esté situada en la posición que merece: son meras correcciones superficiales, sin cambios estructurales de modelo. Y es que no es lo mismo predicar que dar trigo. En cambio, sorprende que todas las medidas presentadas supongan mayor gasto público, por lo que habrá que subir algunos impuestos. Así como UPD mantiene el estilo es ese del “y tú más” que tan hartos nos tiene a todos o de los de extrema izquierda bolivariana, de los que ni me apetece hablar por si me tachan de fascista o machista (a ver si nos ingresan en la cuenta unos cuatrocientos mil euros a cada uno, como tienen alguno de ellos).
El único factor diferenciador de estos nuevos partidos es que hablan de las cosas que interesan a la gente y todos queremos cambiar. No aportan nada nuevo, pero hablan de ello.
Y los partidos tradicionales no hablan de los problemas de la gente, no presentan aún sus concretas propuestas. Y esto es un problema importantísimo. Lo importante son las ideas sobre las cuales permitir que individual y socialmente la gente pueda prosperar. Lo importante son las ideas, dado que fueron muchos los que sufrieron y pagaron, hasta con la vida, el establecimiento de nuestro marco básico de convivencia, competencia y paz social.
Se puede hablar de regeneración y hasta se puede afirmar que es necesaria, si se quiere, aunque esta ha de venir expresamente por el mantenimiento de las reglas básicas del juego, sin jugar con los sentimientos de la gente, ni muchísimo menos tratando a esta como mercancía a la que se puede comprar. Hay que presentar de forma clara y concisa a la ciudadanía el modelo de desarrollo que se propone como adecuado, así como los mecanismos que se pondrán en marcha para su consecución. No más confusiones por favor.
Es por ello que esta sociedad necesita más que nunca a los partidos políticos tradicionales. Como sociedad necesitamos que empiecen a plantear, desde ya, lo que tienen pensado ofrecernos, sin dejarse comer el terreno y con un único objetivo: las personas. Porque la vida solo puede ser vivida si se mira hacia delante.


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