DE LA MENTE SUBCONSCIENTE
Y LA DISCIPLINA POLÍTICA (I)
Nicolás Maquiavelo, referente de aquellos
a los que les gusta la política, independientemente de la capacidad intelectual
que guste consumir, afirmaba: “Donde hay buena disciplina, hay orden y rara vez
falta la buena fortuna”. Y en esta, como en otras tantas cosas, ha sido
incalculable el daño causado por la mala interpretación de los escritos del escritor
florentino.
Y es que la disciplina debe
valorarse, tratarse y enfocarse desde una perspectiva personalísima, desde uno
mismo, desde el interior, como autoexigencia y con plena convicción, la
disciplina como autoguía. Por eso Maquiavelo la llama “buena disciplina”. Y si
puede definirse una buena disciplina será porque existe también la posibilidad
de definir “mala disciplina” y esta no debe ser otra que aquella que se enfoca
desde la óptica de la fuerza, es decir, desde la perspectiva del obligado cumplimiento
ante el riesgo de ser sancionado o apartado del grupo.
Al hilo del proceso acaecido en
días pasados, a través del cual los militantes socialistas han podido elegir
directamente al que va a ser su secretario general en adelante, proceso al que
algunos como González Tovar califican de “hito histórico”, ha resultado
increíblemente significativo el resultado de una encuesta previa realizada por
un conocido medio de comunicación, entre diputados y cargos públicos varios, de
todos los partidos políticos, acerca de su preferencia personal (y anónima)
para liderar el supuesto nuevo proyecto del único grupo de izquierdas con
vocación de gobierno.
Y ha resultado significativo
porque ha puesto de manifiesto, al menos dos cuestiones, que deben ser
meditadas. La primera de ellas, gira en torno a la capacidad disciplinar de los
políticos, en sentido de obligatoriedad ante riesgo de castigo, de todos y cada
uno de los encuestados. La segunda de las cuestiones a reflexionar es sobre la
verdadera preferencia subconsciente de cada encuestado, desde su más profundo,
arraigado y podemos decir, verdadero, sentimiento, a la vista del resultado de
la encuesta.
Ganar, ganó, el caracterizado por
Esperanza Aguirre y por la prensa en general, como “El guapo”. Pero en la
encuesta previa realizada, resultó que, dependiendo de a que partido pertenecía
el encuestado, sus preferencias se repartían entre El Guapo y El Vasco
principalmente. Los de derechas preferían al guapo y los de izquierdas al
vasco.
Comencemos la reflexión valorando
por qué cuando el encuestado era del PP elegía al guapo. De entre las distintas
posibles motivaciones que llevaron a los de derechas a mostrar preferencia por
Pedro Sánchez podrían encontrarse, al menos, las siguientes: pudiera ser, que
tuvieran información privilegiada acerca procedimiento realizado y supieran de
antemano quien iba a salir elegido. Y también puede ser que les traicionara
doblemente el subconsciente: bien por seguir la preferencia de la lideresa madrileña (más disciplina para
enriquecer el currículos políticos) con la salvedad de que tal disciplina debe
ser tratada con cautela dado que la presidenta de los populares madrileños se
ha mostrado públicamente contraria a las decisiones y estrategias seguidas por su
partido. Bien pudiera ser que les traicionara el subconsciente, en el sentido
de que, desde su más íntimo sentir, consideran necesarios para su misma
organización, es decir, el PP, colocar en la cabeza del partido a alguien como
Pedro Sánchez, es decir, alguien que enganche con la ciudadanía, que aparente
carisma y, como no, “talante”, que muestre aires de renovación (con mostrar
aires es suficiente vaya a ser que renueve de verdad y remueva de sus puestos a
algunos), alguien que les aleje de su actual situación de desafección ciudadana,
causada por estar obligados a ser disciplinados hasta el punto de tener que
defender la apertura de un aeropuerto sin necesidad de aviones, manifestada
públicamente por quien sin ser monaguillo ha llegado a fraile, sin ni siquiera
pasar previamente por el juramento de votos (aún recuerdo que en la lista ponía
independiente) que, apoyado en un conocimiento de la norma superior a la media,
otorga altas cotas de probabilidad a la tesis de F.A. Hayek, sobre las posibles
causas de nuestras crisis, a saber y en términos resumidos: pensar que una
persona (o grupo reducido de personas) lo puede llegar a saber todo de todo
mientras que ese todo se reduce al cumplimiento de la norma como único
referente de justicia, sin atender, por ejemplo, a criterios de eficiencia ni
social ni económica, ni a las motivaciones primarias que justificaron la norma.
Y entre tanto y por disciplina,
todos callados, o inconscientemente callados en lo referente a lo que es y a lo
que debería ser la propia organización popular por cuanto al futuro inmediato se
refiere. No es lo mismo ver la paja en
el ojo ajeno que la colaña en el propio, por eso, como no se juegan el puesto y
hablando de comicios, eligen los dirigentes populares al guapo del PSOE,
mientras permanecen enrocados, agazapados, ante los inciertos futuros
acontecimientos y malgastan su tiempo en la búsqueda de la bola de cristal que
les permita decantarse por el caballo ganador en la carrera por alzarse con el
liderazgo del partido popular murciano o, cuanto menos, próximo candidato a
presidir la Región. Entre tanto ni unos ni otros advierten que en política, ser
guapo, no es lo mismo que serlo en la pasarela o en la discoteca.
Y dando por finalizado el primero
de una trilogía de artículos y antes de anunciarles que en la segunda parte
trataremos las disciplinas y preferencias subconscientes de los políticos de la
izquierda, no quiero dejar pasar la ocasión para recordar que en política ser
guapo significa, en primer lugar, Probidad para no meter la mano, en segundo
lugar vocación de servicio o lo que otros gustan definir como “hombre de
Estado” para dirigir y gobernar por y para los ciudadanos por encima del interés personal y por último y
no por ello menos importante sino todo lo contrario, Libertad para no necesitar
la política para vivir.
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