EL QUE QUIERA OÍR, QUE OIGA (La Verdad, XV ABRIL 2014)
“Las oportunidades pequeñas
son el principio de las grandes empresas”, así lo pensaba, al menos, el célebre
político y orador Demóstenes.
Tenemos nuevo Presidente
en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Alberto Garre, y hay un
anuncio realizado en su debate de investidura que quisiera destacar por encima
de todo. El anuncio de la recuperación de la estabilidad presupuestaria, es
decir, la exigencia de que las administraciones públicas tengan déficit cero.
Recordemos que la estabilidad presupuestaria fue elevada a ley por Aznar y
derogada por Zapatero. Con esa historia, lógico que Alberto Garre quiera
recuperarla.
Si van por ahí los tiros
de lo que va a ser su gestión al frente de la Región de Murcia durante su mandato,
muy bien encaminado lo veo. Porque como bien sabemos todos, no está bien gastar
lo que no se tiene, de la misma forma que no se puede estar recurriendo
permanentemente a pedir préstamos para seguir manteniendo “el tren de vida” que
en otros tiempos se alcanzó como si nada hubiera pasado.
La posibilidad de incurrir
en déficits corrientes así como el recurso ilimitado para recurrir a
endeudamientos de largo plazo para financiar la actividad ordinaria sin
establecer cierto límite porcentual y debidamente calculado que genere valor
añadido, crea una perversa distorsión a los agentes, y concretamente, a los
políticos. Y es que lo que no cuesta no se valora.
F.A.Hayek, a raíz del
crack del 29, establece, y el tiempo le da la razón, cuál es la causa de las
crisis. El origen radica en que un reducido grupo de personas toman decisiones
respecto a cuál es el valor del dinero en el mercado, y esas mismas personas
las dueñas de la máquina de hacer dinero. Pueden poner todo el dinero que
quieran en la calle jugando con el verdadero valor, generando distorsión en
relación al coste del dinero. Por eso hay inversores que, al ver el dinero tan
barato, consideran asegurada una fácil y elevada rentabilidad de sus
inversiones. Sobre esos ilusorios presupuestos, toman decisiones equivocadas. Y
luego pasa lo que pasa.
A los políticos les pasa
lo mismo, si no se les ponen límites, si se les deja gastar todo lo que estimen
oportuno, no serán (no han sido) capaces de priorizar entre las distintas opciones
de su ámbito competencial.
Ahora bien, ya se ha
anunciado la necesidad de presentar un nuevo plan de reequilibrio para las
cuentas públicas murcianas de unos trescientos millones de euros. Lo del
déficit cero y equilibrio de cuentas suena bonito, pero a ver ahora quién es el
guapo que le pone el cascabel al gato y es capaz de reducirlos.
Al margen de una
necesaria revisión al alza de las transferencias estatales, los gobiernos no
han de buscar cuadrar sus cuentas a base de incrementar sus ingresos de forma
directa. En todo caso, aumentar porcentualmente los mismos vía indirecta, a
través de la mayor incorporación de contribuyentes o de actividad económica. Se
debe seguir fijando la atención en los gastos, que no es una mera cuestión de
meter la tijera. Existen otras alternativas para reducir.
El necesario incremento
de productividad que necesita nuestro país también lo necesita la
administración pública y para un modelo productivo poco especializado y
desarrollado, la primera y más fácil de las alternativas para aumentar la
productividad y ganar competitividad es la reducción de gastos de personal (a
la vista están los miles de EREs en el sector privado, y reducciones salariales
en el sector público). También se puede ganar productividad y mejorar
competitividad generando ahorro en costes (fíjese que ya no digo gasto) a
través de la innovación.
Afirmaba Schumpeter en su
teoría de las innovaciones que “La economía y la sociedad cambian cuando los
factores de producción se combinan de una manera novedosa”. No es necesario
entrar al detalle en las tesis de Schumpeter, ni es necesario sacar de la manga
nuevos inventos que permitan ahorros sustanciales, ni buscar figuras
impositivas para recaudar de toda actividad privada imaginable. Quizá si se
permite la combinación óptima de los factores de producción se puede ahorrar
tanto que, en adelante, se obtengan mejores resultados de gestión. Una
administración pública eficiente, cuyas relaciones con los administrados
consistieran en lo mínimo e imprescindible, no obligando a tantos trámites y procedimientos,
agilizando la gestión, permitiendo reasignar el personal de la administración
pública a los departamentos o áreas donde verdaderamente se necesitan de forma
inmediata, es una de las tantas y tantas posibles soluciones “innovadoras”,
siguiendo la básica definición de Schumpeter, por la que el equipo del nuevo
presidente puede empezar.
Uno de los más
importantes intelectuales que ha dado España, Ortega y Gasset, decía: “Sólo es posible avanzar cuando se mira
lejos. Solo cabe progresar cuando se piensa en grande”.
El
que quiera oír, que oiga.
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